Accediendo con mucho placer a la
petición de mi gran amiga Rosa Estorach. He redactado este relato, ex proceso
para la celebración del Día de la Mujer, en San Martín del Tesorillo.
Ya en otras ocasiones, he
resaltado los muchos valores de las mujeres. Sus múltiples funciones, dentro
del hogar, trabajo, entorno, sociedad en general.
En esta ocasión, voy a ceñirme, en
resaltar hechos a lo largo de mi vida,
donde la mujer tesorillera tomó un protagonismo muy destacado. Demostrando su
valentía, decisión y arrojo.
En mi infancia, la persona a la
que recurría, a la que pedía solucionase mis problemas, constituyéndose en mi paño de lágrimas, era mi madre. El
padre era una figura superior, casi venerado, el cabeza de familia que traía el
dinero a casa, un ser superior, a lo mejor sin pretenderlo, pero que la
sociedad de antes le otorgaba ese rol.
En la adolescencia. En dos
ocasiones en sendas ferias, hubo precios abusivos para poder acceder a la
caseta oficial y poder bailar. Fueron las mujeres, las que con determinación,
decidieron no entrar a bailar, y eso que las féminas no pagaban por aquellos
entonces.
En mi juventud, ese periodo dorado
para muchos, me refiero a la etapa del
Plantel. Fueron ellas las principales protagonistas, para que esa institución,
una especie de club lúdico cultural funcionase. Ellas más que nadie,
aprovecharon los distintos cursos que se impartieron a lo largo de varios años.
Tanto que el plantel masculino desapareció antes que el femenino.
Ya de adulto. Recuerdo cuando
cesaron las guardias de veinticuatro horas de los médicos titulares de la
localidad. Como los principales artífices de las protestas, fueron las mujeres
de mi pueblo. Eso dio a lugar que se formara una asamblea multitudinaria en la plaza del
pueblo de manera improvisada, donde el alcalde pedáneo tuvo que salir a dar
explicaciones del asunto.
Como cuando la administración,
quiso remover de sus puestos en dos ocasiones distintas, a dos doctores muy
apreciados por la población. Las mujeres, de manera pacífica, pero con
determinación y lucha, consiguieron que la administración diera marcha atrás.
Estando mis hijos en edad escolar.
La A.P.A. de aquellos años hoy A.M.P.A., pasaba por una profunda crisis,
inactiva y al borde de la desaparición. Un grupo de valientes del género
femenino, tomaron las riendas y al día de hoy, aunque ya no tengo hijos en edad
escolar, esa Asociación goza de buena salud.
En pleno años ochenta, la lacra de
la droga asoló a nuestro país. Tesorillo no fue una excepción, muchos vecinos
nuestros por desgracia formaron parte de la generación perdida. Fueron sus
madres las que plantaron cara a esa lacra, aportando luz a un túnel muy largo de penas y sufrimientos.
Un grupo de mujeres, han
conseguido que nuestras niñas practiquen gimnasia rítmica. Organizando grandes
campeonatos, que sobresalen fuera de nuestros límites territoriales.
Mis paisanas, hace más de un
cuarto de siglo, se constituyeron en Asociación, tomando el nombre de Las
Palmeras. Gracias a esa asociación, se instituyó el primer domingo rociero de
feria, y un sinfín de actividades, teatro, coro, conferencias, cursos, talleres varios etc. etc.
Gracias a que la asociación formara parte de una federación. Se consiguió
una guardería, muy necesaria, para que las distintas madres puedan conciliar el
trabajo y la crianza de los hijos.
Una tesorillera ha presidido la
ELA, durante doce años. Una mujer preside la Asociación de Jubilados y
Pensionistas. Una mujer encabeza la directiva de Cáritas, son ellas las que más
actividad tienen dentro de esa ONG. El Ayuntamiento matriz cuenta con dos
tesorilleras como ediles.
Estoy seguro, que me dejo atrás
muchos más logros obtenidos por nuestras mujeres, pido disculpas por ello.
Solo me resta agradeceros, todo
cuanto habéis batallado, los innumerables esfuerzos, nadar muchas veces a
contra corriente y no ahogarse en el intento.
Termino con una frase que no es
mía, pero la suscribo totalmente:
La mujer
es el ser más maravilloso de la creación
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